sábado, 9 de octubre de 2010

Lluvia cae, lentamente sobre mi

     Si no os gusta la lluvia, seguro que hoy es uno de esos días en los que no saldréis de casa. Incluso, a lo mejor, ni siquiera de la cama. A mí, en cambio, estos días me encantan. Siempre ha sido así. La sensación que tienes al salir a la calle y respirar ese característico olor a lluvia es indescriptible. La ciudad adquiere un color diferente, un cariz distinto; triste para algunos, melancólico para otros, inspirador para muchos.

     Lo cierto es que ya tenía ganas de que llegasen estos días. No es que no me guste el verano, sino que, simplemente, disfruto más de las "estaciones frías". Cuando llega esta época del año, una de las cosas que suelo hacer, siempre que tengo tiempo, es ponerme mi ropa de otoño - no muy abrigado, apenas unos vaqueros, una camiseta y un jersey fino - y darme una vuelta por Madrid. Y cuando digo darme una vuelta, me refiero exactamente a pasear sin rumbo fijo, sin preocuparme de nada más; solo de caminar y disfrutar de lo que me rodea.


     Los que no vivimos en el campo, quizá nos sentimos un poco más cerca de la naturaleza cuando amanece un día como el de hoy. Si tenéis la suerte de vivir cerca de algún parque, no hay nada mejor para relajarse, que caminar bajo la lluvia - con o sin paraguas, eso ya es cosa vuestra - y concentraros solamente en escuchar el rumor del agua cayendo sobre la tierra y las hojas de los árboles. Si no lo habéis hecho aún, os animo a que probéis.

     Sin embargo, y a pesar de mis "esfuerzos", puede que sigáis pensando que los días de lluvia son odiosos, así que aquí os dejo una frase que leí hace unos días, para que os ayude a cambiar de opinión: 

     "No te enojes si llueve, que las gotas no duelen"

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